30 de Junio, cientos de personas marchamos hoy reivindicando la memoria, dignidad y ejemplo de miles de hombres y mujeres que durante la guerra no se mantuvieron inmóviles contra la injusticia, mucho menos en contra de aquellos que sumergieron al país en la pobreza, miseria, violencia, explotación y despojo.
Nuestros grandes problemas tienen sus orígenes desde la época de la Colonia, fueron varias familias de españoles y Criollos quienes se consolidaron en el poder, la naciente Oligarquía utilizaría el despojo de las tierras de los pueblos indígenas como su forma de enriquecimiento, para materializarlo necesito de un ejército que fuera funcional para concretar sus planes de expansión, impulsando grandes masacres, desplazamientos forzados de pueblos indígenas completos, a otros los esclavizó para explotarlos como mano de obra dentro de sus grandes fincas, haciendas y trabajaderos, posteriormente desde la década de los años 60 en las zonas urbanas desapareciendo estudiantes, obrerxs, sindicalistas, profesorxs universitarixs, obrerxs.
Para garantizar la continuidad de su proyecto económico y de sus intereses fue necesario el ejército de Guatemala para resguardar sus propiedades, negocios, inversiones, aéreas comerciales, puertos y toda la infraestructura, claro en este país nunca lo han tenido fácil todo porque ante cada despojo, los pueblos indígenas ofrecían fuertes luchas, resistencias, alzamientos, y guerras, como lo reconstruye la memoria colectiva de los pueblos o como lo registraran en varias de sus obras Severo Martínez Peláez o Julio Castellanos Cambranes.
La oligarquía Guatemalteca durante el siglo XX fue una de las beneficiadas con la represión durante la guerra.
Estas familias, fueron parte del proyecto contrainsurgente impulsaron, consintieron, financiaron y planificaron junto con los altos mandos del Ejército y la Policía, distintas estrategias represivas, de control y represión que posteriormente implementarían durante la guerra con auge durante la década de los años 80s.
Con la consolidación de los Estados Unidos después de la segunda guerra mundial como potencia hegemónica facilitó que Guatemala se situara en un espacio estratégico para los intereses del poder económico y militar norteamericano, de ahí que la CIA, el Departamento de Defensa norteamericano y la oligarquía guatemalteca invirtieran miles de millones de dólares en la transformación, profesionalización y modernización de las fuerzas de seguridad, escuadrones de la muerte y los grupos paramilitares para enfrentar a los pueblos indígenas y mestizos pobres que definieron en la lucha revolucionaria armada como la única vía de transformación de la realidad del país.
El Departamento de Defensa y la clase política de los Estados Unidos, junto con la oligarquía guatemalteca son responsables intelectuales y materiales del Genocidio también, algunas de sus acciones de intervención quedaron registradas durante la invasión mercenaria en 1954 contra el gobierno del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, durante la posterior guerra con asesoría, equipamiento, entrenamiento, material de guerra, armamento, inversión económica directa al ejército guatemalteco, como lo citan varios de los archivos desclasificados por la Central de Inteligencia América –CIA- en un informe de la National Security Archive.[1]
Toda esta responsabilidad de la oligarquía y militares como autores intelectuales y materiales del genocidio, tienen nombre y apellido: familia Castillo, familia Aycinena, familia Urruela, familia Arzú, familia Diaz Duran, familia Azmitia, familia Batres, familia Beltranena, familia De Leon, familia García Granados, familia Guillen de Ubico, familia Herrera Ibarguen, familia Lara y Monge, familia Novella, familia Piñol, familia Samayoa, familia Saravia, familia Zirion, familia Dieseldorff, familia Sarg, familia Sapper, familia Nottebohn, familia Thomas, familia Neutze, familia Sthal, familia Meyer, familia Skinner Klee, familia Berger, familia Hempstead, familia Meagli, familia Sinibaldi, familia Arrivillaga, familia Botran, familia Gutiérrez-Bosch, familia Paiz, familia Aparicio, familia Barrios, familia Cofiño, familia Falla, familia Widmann, grupos familiares que se instalaron el país muchos con orígenes y nacionalidades europeas[2].
Cada una de estas familias ha construido grandes y millonarias fortunas sobre la sangre de muchas generaciones, nos siguen imponiendo una democracia liberal, un modelo económico capitalista, una ideología hegemónica, conservadora, reaccionaria, siguen explotando la tierra con la explotación industrial de los bienes naturales, con los monocultivos, la caña de azúcar, el café, entre otros.
Los gobiernos de turno desde 1985, siguen siendo los operadores políticos de los intereses de estos grupos de poder con el Estado a su servicio, como continuidad del despojo siguen instrumentalizando a las fuerzas armadas para desalojar decenas de comunidades pobres, despojándolas de las pocas tierras que poseen como lo vivimos recientemente con el Valle del Polochic.
Para Julio Solano, muchas de estas familias se adscribieron al Movimiento de Liberación Nacional –MLN- abiertamente anti comunistas, y muchos de ellos comulgaron con el Opus Dei de la Iglesia Católica, con el anti castrismo de las mafias en Miami y la política de seguridad de los Estados Unidos, fueron los principales financistas, fundadores y formaron parte de los escuadrones de la muerte[3].
Siguen pactando el territorio a las empresas transnacionales, a sus países o potencias que se benefician de estas, como los Estados Unidos y los países de la Unión Europea, sin importarles la destrucción que están haciendo con la actividad minera, la generación de electricidad con hidroeléctricas, carbón y represas, la agroindustria y el narcotráfico.
Los procesos de justicia en contra de los altos mandos del ejército, contra ex generales viejos y podridos debe de ser el inicio para sentar también los precedentes, para identificar a todos los responsables del genocidio[4], incluyéndo a las familias oligárquicas de este país que también promovieron las violaciones de los derechos humanos, delitos de lesa humanidad, desaparición forzada, secuestro, tortura, violación sexual contra miles de mujeres, tierra arrasada, despojo, 45 mil desaparecidos, torturados, asesinados y más de 250 mil víctimas del Genocidio.
Con mayor razón este 30 de junio marchamos junto a H.I.J.O.S. por la memoria histórica viva y por la dignidad de nuestrXs heroínas y mártires!
[1] Kate Doyle. National Security Archive Electronic Briefing Book No. 32. http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB32/indexesp.html
[2] Marta Elena Casaus Arzú. Guatemala: linaje y racismo. Año 2007.
[3] Julio Solano. Valle del Polochic: el poder de dos familias. Revista Enfoque. Año 2, No. 16. 09 de Mayo 2011.
[4] Arzobispado de Guatemala. Oficina de Derechos Humanos Guatemala: Nunca Mas: ODHAG, 1998, Tomo II. los mecanismos del terror. Pp. 74. Tomo III pp. 105, 106, 107, 108. 109.
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